F.B.I. contra Marte by Louis G. Milk

F.B.I. contra Marte by Louis G. Milk

autor:Louis G. Milk
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 1955-12-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

Cuando Hjamr y Mceka se despidieron en mitad del astropuerto, ella hizo algo que rompió todas las tradiciones sociales iktharianas. Pues se puso de puntillas sobre sus pies y lo besó en los labios, lenta, suavemente, en tanto que unas lágrimas fluían lentamente de sus ojos.

-¡Adiós, amor mío! -susurró-. ¡Vuelve pronto!

Las palabras de Mceka habían llenado de orgullo el corazón de Hjamr quien, desprendiéndose del dulce abrazo, marchó hacia la astronave que capitaneaba el Viaje-Sanción, a cuyo frente marchaba él, un Menos-I, sobre otros muchos seres que pertenecían a los Más.

El crucero de “energial” de Hjamr era el primero en su clase, construido por los científicos de Ikthar. El resto eran astronaves corrientes de energía nuclear aprovechadas hasta el límite, sin que se desperdiciara un solo átomo desintegrado. Por ello el Viaje-Sanción encerraba también otra finalidad, tan interesante o más que la de castigar a Tlazz: probar la nueva forma de impulsión a través de los espacios.

El crucero era un aparato macizo y de forma ovular, y a su lado resultaban un tanto pequeñas y anticuadas las naves de escolta. Su nombre era “Energ-I”, y su superficie, de un metal procedente de una complicadísima aleación, era una de las partes esenciales en el ciclo “energial”.

El “Energ-I” no tenía tripulación que lo manejara: Hjamr podía hacer funcionar los complejos mecanismos desde la torreta central de control. Sin embargo, había tres seres más en la nave, formando también parte del Viaje-Sanción.

Uno era Wtred, enviado por la Sociedad Astrográfica de Ikthar; otro era un miembro de la Alianza Biológica y su nombre era Bday. El tercero, en suma, se llamaba Golar, e iba en representación de la Unión de Físicos Iktharianos, inventora del motor energial.

Hasta que subió al crucero, Hjamr no había visto a sus compañeros de viaje. Eran todos Más, como Mceka, y de grados elevadísimos, lindando con el máximo. En cambio él, a pesar de ser el jefe del Viaje-Sanción, seguía siendo un Menos, por lo que sus maneras eran un tanto bruscas, desprovistas muchas veces de suavidad. Quizá ello había contribuido a elevarle a los ojos de Mceka.

Los había saludado y ellos le contestaron con unos refunfuños. A decir verdad, viajaban bastante molestos. No les gustaba poco ni mucho ir al mando de un ser tan despreciable como aquél, pero las órdenes de los Trece pesaban demasiado para que intentaran siquiera comentarlas.

Hjamr se dio cuenta del torvo ceño con que era acogido y, de momento no dijo nada. Debía ocuparse de la partida y así lo hizo y, hasta que no estuvieron todas las astronaves del Viaje-Sanción en franquía, y los pilotos automáticos establecieron la órbita que los llevaría a Qamezh, Hjamr no dijo nada, Cuando se cercioró de que todo iba bien, entonces fue cuando agarró el toro por los cuernos. No le gustaba la palabrería vana y dilatoria.

-Escachadme bien -comenzó a hablar firme y decidido-. Este Viaje-Sanción no es cosa mía. Por mi gusto no lo hubiera hecho, pero ya sabéis cómo las gastan los Trece con quien se niega a obedecer sus órdenes.



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